Impacto inmediato en importadores y consumidores
La industria naval estadounidense busca renacer entre costos y alianzas internacionales

El gobierno de Estados Unidos ha vuelto a encender las tensiones en el comercio marítimo internacional al presentar un listado de nuevos gravámenes que afectan directamente a buques chinos. Estas disposiciones, sumadas a la eliminación de la exención de minimis el pasado 29 de agosto, han generado un clima de incertidumbre que, según el analista del sector marítimo Jon Monroe, está frenando la dinámica de importadores y exportadores en plena temporada alta.

Monroe señala que septiembre marcó “un verdadero punto de transición para el comercio exterior estadounidense”, ya que la combinación de la reforma arancelaria con la inminente entrada en vigor de nuevas normativas de la Oficina del Representante Comercial (USTR) el próximo 14 de octubre ha dejado al sector en un terreno de dudas y ajustes estratégicos.

Escalada de aranceles y presión sobre la logística

Las medidas no se limitaron a gestos políticos. El presidente Donald Trump impuso aranceles contundentes: 100% para productos farmacéuticos, 50% para gabinetes de cocina, 30% sobre muebles tapizados y 25% para camiones pesados. Con ello, tanto bienes de consumo como sectores manufactureros estratégicos se han visto alcanzados.

A esta presión se sumó la pausa de operaciones durante la Semana Dorada en China (1 al 8 de octubre), lo que añadió más fricciones a la cadena logística internacional. La consecuencia directa, explica Monroe, ha sido la caída en el gasto discrecional de los consumidores y la cancelación de órdenes por parte de importadores, que incluso han optado por retener inventarios de temporada en lugar de asumir mayores costos.

La inestabilidad en los fletes también se ha hecho evidente: tarifas en la Costa Oeste de EE. UU. están rondando mínimos históricos, cercanos a los 1.000 dólares por contenedor (FEU), mientras que rutas hacia la Costa Este y el Golfo experimentan un retroceso similar.

Subsidios chinos y contramedidas estadounidenses

Monroe advierte que el mercado se ha visto distorsionado por los subsidios del gobierno chino a su industria naviera, lo que genera competencia desigual y presiona los precios. Frente a ello, Washington ha diseñado un esquema de nuevos cargos que escalarán progresivamente hasta 2028.

Un ejemplo: las navieras chinas deberán pagar 50 dólares por tonelada neta en cada viaje, con un máximo de cinco viajes por buque, incrementándose 30 dólares por año hasta llegar a 140 dólares. De igual forma, barcos construidos en astilleros chinos pero operados por compañías extranjeras enfrentarán tarifas mínimas de 18 dólares por tonelada o 250 dólares por contenedor descargado.

¿Un renacer de la marina mercante estadounidense?

En paralelo, el Congreso impulsa el Ships for America Act 2.0, que busca recuperar la capacidad nacional en transporte marítimo. El proyecto persigue dos objetivos: fortalecer la seguridad nacional y reconstruir una flota con bandera estadounidense.

Monroe recuerda que Estados Unidos fue pionero en el transporte de contenedores en la década de 1960, pero su flota prácticamente desapareció en los años 90. Hoy, construir buques en territorio estadounidense resulta extremadamente costoso: astilleros como Philly Shipyard apenas producen naves de 3.500 TEU para Matson.

Para superar esa limitación, se plantean alianzas internacionales. Corea del Sur se perfila como un socio estratégico, luego de que Hanwha adquiriera el astillero de Filadelfia, aportando experiencia y capacidad industrial a gran escala.

Aun así, persisten dudas clave: ¿dónde se fabricarán los nuevos barcos?, ¿qué país proveerá el acero necesario?, ¿cómo absorberán las empresas los costos de operación más elevados? Monroe advierte que estos temas no son detalles técnicos menores, sino obstáculos de fondo que determinarán la viabilidad del plan.

En este contexto, la industria observa con cautela cómo estas decisiones afectarán las tarifas, la competitividad y la seguridad de la cadena de suministro global, en un momento decisivo para el comercio marítimo de EE. UU.